Es un término sencillo de entender si se define como «el proceso mediante el cual las cabezas de la familia deciden terminar su matrimonio y separarse». Pero en realidad suele ser mucho más complicado que eso, sobre todo para los pequeños de la familia.

Los efectos del divorcio pueden ser devastadores para ellos, ya que sienten que la entidad que les brinda amor y apoyo ha muerto, por lo que tienes que informarte y ayudarlos a superar la crisis.

Según la UNICEF, las consecuencias pueden ir de moderadas a graves, o de transitorias a permanentes y dependen de qué tanto involucramiento hubo con los hijos antes de la separación, si los criaron juntos o no y de los efectos económicos y de estilo de vida que deriven de éste, en particular si se deterioran.

Ahora la familia será binuclear; habrá dos hogares, lo cual puede alterar la percepción del pequeño. Sus reacciones dependerán de su edad, de que tan bien o mal le expliquen la situación, de la continuidad en la relación con ambos padres y del grado de hostilidad entre papá y mamá.

Recuerden que los niños no son causantes del divorcio y tampoco lo pueden arreglar, así que resuelvan su conflicto sin ponerlos «entre la espada y la pared». No los obliguen a tomar decisiones que no les corresponden ni se  insulten o peleen frente a ellos. Ustedes notarán que su hijo está afectado si presenta irritabilidad, llanto inconsolable, berrinches, insomnio, falta de apetito o comienza a cambiar o incluso verse afectado los entornos en los que se desarrolla, como lo es por ejemplo el ámbito escolar.

 

Es de vital importancia que lo atiendan, lo escuchen y traten de llegar a acuerdos, por difícil que parezca, ya que sus hijos son su responsabilidad y lo que suceda a partir de la separación se verá influenciado, en gran medida, por sus acciones.