El estreñimiento no es una enfermedad en sí, sino el conjunto de signos y síntomas de otro problema de fondo, y es uno de los principales motivos de la consulta del pediatra gastroenterólogo.
Se manifiesta cuando el pequeño no puede evacuar o la frecuencia de sus evacuaciones disminuye considerablemente, presentando heces duras, ya sea en bolitas o muy gruesas. Lamentablemente, en muchos casos los padres llegan a ver ese patrón de evacuaciones como algo «normal», cuando en realidad no lo es.
Un plato balanceado se logra al incluir en la dieta familiar todos los grupos de alimentos del «plato del bien comer». Para ello, la introducción variada de alimentos desde la etapa de la ablactación, es la clave.
La dieta familiar debe de ser variada y balanceada, rica en nutrientes entre los cuales no deberá de faltar la fibra y el agua, ya que una alimentación inadecuada, aunada a otros factores como el sedentarismo pueden por sí mismos o en conjunto ocasionar el estreñimiento conocido como “funcional”.
Lamentablemente, no todo el estreñimiento es debido a factores externos a nuestro organismo, o como ya explicamos, funcional. Hay otras causas de estreñimiento poco frecuentes secundario a problemas anatómicos y orgánicos, enfermedades metabólicas, etc. El estreñimiento por causas orgánicas no será motivo de análisis en este artículo.
Todo lo que tu hijo coma desde que nace y durante su etapa de desarrollo puede afectarlo positiva o negativamente. Los problemas derivados de una inadecuada alimentación, como sobrepeso, obesidad, estreñimiento, etc. en nuestro país han ido en aumento los últimos años, por eso es importante que tu hijo reciba alimentos nutritivos y sin excesos.
Durante los primeros meses de vida, su alimento principal deberá ser la leche materna. Entre los 4 y 6 meses comenzará la ablactación que es la introducción de las papillas. Es al 10mo. mes cuando tu hijo debe iniciar con alimentos en picados finos. Llegado el primer año de vida, tu pequeño deberá estar listo para incorporarlo totalmente a la dieta familiar.
Los niños estreñidos cursan con distensión abdominal, cólicos intensos y frecuentes asociados a la inhibición voluntaria de la defecación. Por lo tanto son niños con «mal caracter», poco tolerantes, inapetentes.
Ellos saben que el proceso de la alimentación/digestión concluye con una evacuación que puede ser muy dolorosa. Son niños que al sentir el deseo de defecar se esconden, se paran de puntitas o cruzan y aprietan las piernas. Estos signos y síntomas se vuelven repetitivos, lo cual tarde o temprano los llevará a establecer en su comportamiento un círculo vicioso que de no ser atendido por un experto hará que el cuadro clínico y el tratamiento se compliquen cada vez más.
Si notas que tu hijo hace esfuerzo para defecar, presenta dolor o incluso en alguna ocasión se lastimó, es muy probable que en lo sucesivo, y ahora de manera voluntaria, sea él mismo quien por temor al dolor evite evacuar, presentando aversión a sentarse en la nica o escusado.
Lo anterior, al volverse crónico, finalmente tendrá repercusión en el peso y la talla.
La efectividad en la respuesta de dicho cuadro está en función de lo temprano que acudas con tu pediatra gastroenterólogo para estudiar a tu pequeño desde las primeras manifestaciones así como de la participación activa de los padres, familiares, maestros y personas que tengan que ver en la atención de tu hijo.
Existen múltiples manejos para el estreñimiento funcional, pero el tratamiento definitivo está basado, más que en los medicamentos, en las siguientes medidas generales que tanto la familia como el pacientito deberán de adoptar como propias, haciendo de ellas un modo de vida.
1. Una dieta adecuada es la mejor manera para prevenir el estreñimiento y, es la piedra angular del tratamiento cuando el estreñimiento ya se ha hecho presente:
– Incrementa la ingesta de agua y alimentos caldosos.
– Incrementa la ingesta de alimentos ricos en fibra: leguminosas, verduras, frutas y cereales.
– Disminuye la frecuencia de los alimentos astringentes, o que propician evacuaciones secas.
– Los alimentos chatarra, sean sólidos o líquidos, deberán evitarse por completo.
2. Establece actividades deportivas 1 hora diaria, de lunes a viernes o sábado si es posible.
3. Establece el hábito de la defecación posterior a todos y cada uno de los alimentos del día.
La mejoría en el cuadro clínico de tu hijo será tan breve o prolongada como sean adoptadas y llevadas estas medidas generales, así como la continuidad del seguimiento del caso que le permitas hacer a tu pediatra gastroenterólogo, evitando el ausentismo del consultorio a la mínima mejoría de la sintomatología ya que fácilmente puede reincidir prolongando aun más el manejo y el alta por mejoría.
Automedicar o basar el «tratamiento» en remedios caseros solo prolongará el malestar de tu hijo e incluso complicar su situación.
Recuerda que una vez iniciado el tratamiento adecuado por tu pediatra gastroenterólogo, lo mejor es la dedicación, confianza y paciencia.