Las enfermedades parasitarias son muy frecuentes.
Hay variedad de parásitos que eligen el cuerpo humano para vivir y se ubican en el pelo, la piel y, en especial, en la vía digestiva.
Entre los más conocidos se encuentran las amibas, áscaris, tenias, oxiuros y giardias.
Si tu pequeño presenta lombrices o parásitos, hay que revisar la higiene en el manejo, preparación y consumo de alimentos; así como el aseo personal (revisa nuestro artículo de higiene).
En realidad, se trata de un ciclo que integra tres partes del cuerpo: las manos, la boca y el ano. Cuando el niño ingiere un alimento que no está debidamente cocido o desinfectado y, aunado a esto, no se lava las manos antes de comer o después de ir al baño, los parásitos lo podrían atacar.
Una vez que los parásitos han entrado a su organismo, por medio de la boca, se reproducen en el intestino, o pueden viajar a través del torrente sanguíneo y hacerlo en otras partes de su cuerpo, como en los pulmones.
Los síntomas clásicos de que tu niño está infectado son:
- Dolor abdominal.
- Diarrea.
- Evacuaciones con moco y sangre.
- Ardor al orinar.
- Dolor de cabeza.
- Comezón en el ano.
- Falta de apetito.
Si crees que tu pequeño tiene parásitos, consulta un médico pediatra para que te indique cuál es el mejor tratamiento y si necesitas tomarle algún tipo de estudios de laboratorios previamente.
De igual forma, es importante que sepas cómo evitar esta situación. No olvides hervir, clorar o potabilizar el agua, o comprar tu agua de garrafón de empresas que cumplan con los estándares de calidad; lavar los alimentos con agua y jabón y desinfectarlos con cloro o yodo. cocer perfectamente la carne. Evita comer en la calle en lugares de dudosa higiene, o incluso en puestos al aire libre donde además los alimentos están expuestos al viento que lleva infinidad de microorganismos patógenos a nuestro organismo. Finalmente, incúlcale a tu pequeño la importancia de lavarse las manos con frecuencia.