Desde el inicio de las campañas de vacunación, los casos de enfermedades infantiles que eran frecuentes en el pasado, como el sarampión y la difteria, se ha reducido drásticamente. Las vacunas han protegido a millones de niños de enfermedades peligrosas y han salvado miles de vidas.

De hecho, algunas enfermedades son tan raras en la actualidad que los padres a veces se preguntan si las vacunas siguen siendo necesarias. Pero la mayoría de las enfermedades que se pueden prevenir con vacunas todavía existen en el mundo, incluso en países de primer mundo, aunque ocurran muy raramente.

La realidad es que las vacunas siguen desempeñando un papel fundamental en el mantenimiento de la salud infantil. Lamentablemente, algunos padres deciden no vacunar a sus hijos debido a la información errónea que tienen sobre las vacunas, exponiendo a sus hijos y a otras personas al riesgo de contraer enfermedades e, incluso, a la muerte.

¿Cómo funcionan las vacunas?

Las vacunas funcionan preparando al cuerpo del niño para combatir enfermedades. Cada vacuna contiene un germen muerto o bien un germen debilitado (o partes de él) que causa una enfermedad en particular.

El cuerpo practica la lucha contra la enfermedad fabricando anticuerpos que reconocen partes específicas del germen. Esta respuesta prolongada o duradera implica que, si alguna vez alguien se expone a la enfermedad real, sus anticuerpos ya estarán preparados y el cuerpo sabrá cómo defenderse y la persona no contraerá la enfermedad. Esto se llama inmunidad.

¿Se debilitará el sistema inmunológico de mi hijo?

No. El sistema inmunológico fabrica anticuerpos contra un germen, como el virus de la varicela, independientemente de que se exponga a él de forma natural o a través de una vacuna. Vacunarse contra una enfermedad no debilita la respuesta inmunitaria ante otra enfermedad.

¿Es posible que la vacuna provoque en alguien la misma enfermedad que pretende prevenir?

Es imposible contraer la enfermedad a partir de cualquier vacuna fabricada con virus o bacterias muertos o solo con partes de virus o de bacterias. Solo en las vacunas preparadas con virus vivos debilitados (también llamados atenuados), como las de la varicela, o el sarampión, las paperas y la rubeola (la “triple viral”), existe la posibilidad de que el niño desarrolle una forma leve de la enfermedad. Pero casi siempre de mucha menor gravedad que la enfermedad que el niño habría desarrollado si hubiera contraído el virus real.

De todos modos, estas vacunas pueden causar problemas en niños con sistemas inmunitarios debilitados, como los que está recibiendo tratamiento contra el cáncer.

El riesgo de contraer enfermedades a través de las vacunas es sumamente reducido. Una vacuna elaborada con virus vivos que ya se ha dejado de utilizar es la vacuna oral contra la poliomielitis. El éxito del programa de vacunación contra la poliomielitis ha permitido sustituir la vacuna elaborada con virus vivos por una modalidad elaborada con virus muertos conocida como vacuna antipoliomielítica inactivada (VPI). Este cambio ha eliminado completamente la posibilidad de contraer la poliomielitis a través de la vacuna.

¿Por qué debo vacunar a mi hijo si todos los demás niños del colegio ya están vacunados?

Es cierto que la probabilidad de que un solo niño contraiga una enfermedad es baja si todos los demás están vacunados. Pero su hijo también se expone a personas que no pertenecen al ámbito escolar. Y, si una persona se plantea saltarse las vacunas, existe la posibilidad de que otras personas se estén planteando lo mismo. Cada niño que no se vacuna ofrece una oportunidad más para propagarse a las enfermedades sumamente contagiosas.

Cuanta más gente decide no vacunar a sus hijos por un motivo o por otro, los brotes se vuelven más frecuentes.No existe ninguna forma fiable de saber si todas las personas que entran en contacto con su hijo se han vacunado, sobre todo ahora, con tantas personas viajando entre países y entre continentes. Por lo tanto, la mejor forma de proteger a su hijo es a través de las vacunas.

¿El hecho de vacunar tanto a mi bebé lo puede perjudicar?

Los bebés tienen sistemas inmunitarios mucho más resistentes de lo que usted cree, de modo que pueden combatir muchos más gérmenes de los que les inyectan en las vacunas. De hecho, la cantidad de gérmenes que contienen las vacunas solo son un porcentaje reducido de los gérmenes que el sistema inmunitario de un bebé debe afrontar cada día.

A veces, los niños pueden tener una reacción a una vacuna, como febrícula o un sarpullido. Pero el riesgo de sufrir reacciones graves es muy reducido en comparación con los riesgos asociados a las enfermedades, generalmente graves, que las vacunas permiten prevenir, y no ocurren porque el bebé se puso varias vacunas a la vez.

Ha habido mucha investigación y mucha reflexión para elaborar el calendario de vacunación que utiliza la mayoría de los médicos, y se ha comprobado que es seguro una y otra vez. Aún y todo, algunos padres escogen calendarios de vacunación alternativos (alargando o «espaciando más» las vacunas) porque les preocupa la cantidad de inyecciones que reciben sus bebés en cada visita. Pero, de hecho, seguir esta pauta es más probable que haga enfermar a los bebés.

Los estudios indican que muchos bebés que siguen calendarios de vacunación alternativos nunca se llegan a poner todas las vacunas que necesitan.

Además, seguir calendarios de vacunación alternativos puede convertirse en un verdadero lío. Espaciar las vacunaciones para que se las administren a su hijo en distintas visitas, significa que usted deberá llevar más veces a su hijo al médico, y que este deberá ponerse inyecciones más a menudo.

¿Por qué debo exponer a mi hijo a un pinchazo doloroso si las vacunas no son eficaces al cien por cien?

Pocas cosas en medicina son eficaces al cien por cien, pero las vacunas constituyen una de nuestras armas más eficaces para luchar contra la enfermedad: funcionan entre el 85% y el 99% de los casos. Reducen considerablemente el riesgo de que tu hijo contraiga enfermedades graves (sobre todo cuanta más gente se vacune) y reducen las probabilidades de que las enfermedades arraiguen en la población.

A un padre y a una madre, les puede resultar difícil ver cómo pinchan a sus hijos, pero este dolor a corto plazo no es nada en comparación con el sufrimiento de un episodio potencialmente mortal de difteria, tos ferina o sarampión.

¿Por qué los niños que están sanos, activos y comen bien necesitan vacunarse?

La meta de las vacunas consiste en ayudar a mantener sanos a niños sanos. Puesto que la función de las vacunas consiste en proteger el cuerpo antes del ataque de la enfermedad, si esperas a que tu hijo enferme, será demasiado tarde para que la vacuna pueda surtir efecto. El mejor momento para vacunar a un niño es precisamente cuando está sano.

¿Pueden las vacunas provocar una reacción adversa en mi hijo?

Las reacciones más frecuentes a las vacunas son leves e incluyen las siguientes:

– Enrojecimiento e hinchazón en el lugar del pinchazo
– Fiebre
– Dolor o molestias musculares en el lugar del pinchazo.

En casos aislados y raros, las vacunas pueden desencadenar problemas más graves, como convulsiones o reacciones alérgicas graves. Si tu hijo tiene antecedentes de alergias alimentarias o a medicamentos, o si ha tenido algún problema con una vacuna anterior, asegúrese de informar al médico antes de administrarle una vacuna. Cada año, millones de niños se vacunan con total seguridad y muy pocos experimentan efectos secundarios importantes.

 

Revisado por: Elana Pearl Ben-Joseph.